viernes, 14 de octubre de 2011

Consuelo


El gran amor de Dios alivia mi mente y me proporciona consuelo.

Un niño con una rodilla raspada, un atleta olímpico que termina en cuarto lugar o una familia joven que pierde su casa, sienten diferentes tipos de dolor. En cada caso, el amor y el apoyo de un amigo querido o de un familiar les brinda consuelo. Mas aun hasta el amor más grande palidece en comparación con el amor incondicional y eterno de Dios. Cuando estoy triste, confío en que el amor divino sosiega mi mente y fortalece mi corazón.

Si siento dolor, la presencia de Dios en mí me brinda paz. Todos somos creaciones amadas de Dios y aunque en un momento podamos sentirnos descorazonados, el amor divino nos provee Su consuelo eterno.

Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros.—Isaías 66:13

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