jueves, 6 de octubre de 2011

Corazón abierto


Abro mi corazón y oro por otros.

Durante Su ministerio, Jesús abrió Su corazón a las necesidades de otros y oró. Siguiendo Su ejemplo, incluyo a otros en mis oraciones. Bien esté en el trabajo, en la iglesia, en la tienda, conduciendo mi automóvil o haciendo los quehaceres del hogar, mantengo a otros en oración.

Mi oración puede ser tan sencilla como “Gracias” o “Dios te bendice”. Cada instante en el que dirijo mis pensamientos al espíritu de Dios en mí, es una oración. Siento gratitud por esos momentos, porque me permiten expresar mi fe y bendecir a las personas cuyas vidas tocan la mía. Mis oraciones son amorosas, compasivas y alentadoras. Al abrir mi corazón en oración, envío amor a los demás y me convierto en un canal para el bien.

No busquéis vuestro propio provecho, sino el de los demás.—Filipenses 2:4

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