Mi vínculo divino me brinda paz interna.
Lograr sentir paz es un trabajo interno. Una labor que comienza en mí. Si noto que me siento perturbado o agitado, tomo acción para avivar de nuevo la paz divina en el centro de mi ser.
Cierro los ojos, respiro profundamente y, al exhalar, recuerdo que soy una creación de Dios. Nunca estoy solo. Puedo sentir el fluir divino en todo mi cuerpo. Siento que este alivio sagrado calma cualquier estrés que hubiera podido estar sintiendo. Estoy en paz.
La paz profunda y duradera proviene de vincularnos con lo Divino momento a momento. Saber que soy uno con Dios me calma rápida y fácilmente, me reanima y me proporciona una paz interna duradera.
Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.--Romanos 14:17
-La Palabra Diaria
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